miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un miércoles cualquiera

Después de un viaje de ida de lo más entretenido, la vuelta no podía ser menos.
No suelo correr para coger un autobús porque siempre pienso que me voy a caer y me va a ver todo el mundo hacer el ridículo, pero hoy...hoy no me apetecía tener que esperar media hora a que pasara el siguiente. He echado a correr para no perder la oportunidad de llegar a casa cuanto antes.

Según he montado y el conductor me ha dado el ticket acompañado de la frase: “Toma, tu boleto para la rifa”. Me he dicho a mí misma: “El viaje promete”. Y tanto que prometía.

He tomado asiento y me he preparado para ver una de las mejores funciones.

Al comienzo del trayecto, mientras pasábamos por las afueras de un instituto, nos hemos visto envueltos por “tres” estudiantes que por no ir a clase estaban haciendo su propia huelga y pedían a todo el que se atreviera a pasar por esa carretera que “tocara el pito”, mientras tanto, ellos ya se encargaban de “tocar los cojones”.

Observando pasar la vida desde ese autobús, he visto como nos íbamos acercando a una parada en la que una chica esperaba que “la recogiéramos”. Antes de que el autobús frenara, la chica se ha girado para ver como un muchacho corría hacia el mismo transporte para no perderlo.
Y en ese momento, han empezado a flotar corazones alrededor de ella, ha empezado a ponerle “ojitos” a ese muchacho que, lamentablemente, no se ha fijado lo más mínimo en ella. Pero eso no iba a frenarla, ha preferido seguir con “el cortejo”. Una vez dentro del autobús ha hecho que creciera más mi curiosidad por saber como terminaría esa historia.
Por un momento he temido que la muchacha se partiera en dos al pasar por mi lado con tanto contoneo. Pero eso, tampoco ha llamado la atención del chico.
Ella se ha sentado esperando que el chico tomara asiento a su lado, pero...¿qué esperaba? Si ni siquiera se había percatado de sus “indirectas” y si el autobús estaba prácticamente vacío en ese momento... “su gozo en un pozo”.

Una vez fuera de mi visión esa peculiar pareja, he decidido observar al resto de pasajeros.

Una señora de color, hablando por teléfono, que francamente, no sé para que gasta dinero en llamar, si con las voces que pegaba se la escucharía desde el mismísimo júpiter por lo menos...

Siguiente parada, y otra vez por el mercadillo. Gente con sus carros llenos de fruta. ¡Lo difícil qué es colocar un carro lleno con el autobús en pleno movimiento! Si ya lo dice el dicho: “más vale maña que fuerza”...

Alguien da al botón de “parada solicitada”. “¡Ooooohhhhh! La chica del “cortejo” baja sola.”
Pero eso tampoco le ha impedido seguir con el contoneo. Yo por precaución ya tenía marcado el 112.

Siguiente parada, la mía. Siempre y cuando los pasajeros decidan dejarme bajar, claro.

“¡Qué gente más rara!” pensaba mientras me bajaba, pero al dar dos pasos, ya en tierra firme, he caído en la cuenta de que probablemente la más rara de ese autobús fuese yo. Sentada, con la música “a todo trapo”, y riéndome sola de cada pensamiento que pasaba por mi mente.

¡Señor conductor, creo que gané la rifa y me bajé sin mi premio!

lunes, 1 de agosto de 2011

¡Nunca digas que te dejó él!

¡Qué bonito es el amor! Precioso. Hasta que se tuerce...
Siempre comenzamos una relación ilusionadas. Pensando que: ¡éste sí, es el definitivo! Con él podríamos pasar la vida entera. Podríamos envejecer y morir juntos, después de haber vivido plenamente, disfrutando de nuestro amor, formando un hogar, criando a nuestros hijos, viendo crecer a nuestros nietos. Pensando en como les contaremos nuestro romance...
Todo en él es maravilloso. Vemos sus defectos como virtudes. Vivimos en el país feliz, en la casa de gominola en la calle de la piruleta...Pero...poco a poco, vamos viendo como esa casa de gominola va caducando. La calle de la piruleta empieza a desquebrajarse, y empezamos a destruir nuestro país feliz con reproches. Esos defectos que hicimos virtudes se convierten en algo odioso. Pero somos incapaces de dialogar, de decir que ese sentimiento primerizo ha dejado de existir, y seguimos destruyendo ese mundo perfecto que nuestra imaginación e ilusión crearon en su momento. Nos falta el valor para afrontar que ya no hay solución, que todo lo que empieza, acaba. Y así se va deteriorando nuestra vida. Vamos cayendo en una rutina que no debería existir. Hasta que un buen día, él te dice: “Lo siento, pero no podemos seguir así. Esto se ha acabado. Necesito tiempo.” Y es en ese momento cuando olvidas esos reproches, y de repente, ese amor primerizo vuelve a resurgir de sus cenizas, aunque en el fondo sepas que no es así, que es todo una ilusión óptica proyectada por el miedo, ese miedo al cambio, que nos atormenta. Nos vemos incapaces de afrontar que nuestra vida sentimental vuelve a empezar de cero, aunque ignoramos que lo hacemos con matrícula de honor en nuevos comienzos. Tiene que pasar el tiempo para que comprendamos que en el fondo, nos ha hecho un favor. Y cuando por fin pasa ese tiempo prudencial, y te das cuenta de que es así, que tienes que darle las gracias por haber tomado las riendas de una situación en la que a ti te faltó valor, llega alguien, que se cree entendida en amores y desamores y te dice una frase que jamás pensaste escuchar: “¡Nunca digas que te dejó él! La batalla siempre tenemos que ganarla nosotras.” Y te quedas pensando en: “¿Cómo se puede ser tan tonta?¿Acaso esto es una guerra?¿De dónde ha salido este personaje?” Y en ese momento te sale el valor y le respondes: “Sí, me dejó él. Tengo que agradecérselo. Me hizo un favor.” Y te das la vuelta con una sonrisa de oreja a oreja. Sabiendo que en la guerra de las relaciones todos salimos siendo ganadores. Y que en la guerra con semejante “barbie distorsionada” también has salido ganando, porque tú has afrontado la realidad, has vencido a ese miedo al cambio, y ella...ella siempre vivirá engañándose, ella siempre perderá esa batalla contra el miedo al cambio, porque eso es lo que más le atormenta.

...Fuiste, y lo importante ha sido eso, que es pasado aunque me quejo...Ni te extraño ni te siento...

jueves, 14 de julio de 2011

Simplemente yo

Soy débil, pero en mi debilidad he encontrado mi propia fuerza, esa que me hace mantenerme en pie cada día, esa que me hace volver a resurgir de mis cenizas.
Soy soñadora, y en mis sueños he encontrado mi realidad paralela, esa a la que sólo accedo yo, y el resto del mundo que se quede fuera.
Soy orgullosa, y con mi orgullo he aprendido a no dejarme pisar por nadie.
Soy torpe, pero puedo estar orgullosa de serlo, porque mi torpeza es lo que me hace inigualable, y mi torpeza también hace que me ría de mí a carcajadas. ¡Y que bien se siente una cuando aprende a reírse de sí misma!
Me gusta la soledad, porque con ella he aprendido a escucharme.
Soy risueña, porque con cada sonrisa derroto un poco más a la tristeza. ¡Porque una sonrisa a tiempo puede mover tu mundo, mi mundo, nuestro mundo! Y me gusta hacer reír, porque no hay nada mejor que una buena carcajada.
Estoy loca, porque me gusta la locura, porque es la chispa de la vida.
Reconozco mis errores incluso antes de cometerlos, pero me disculpo después, porque sino...no aprendería nunca.
No soy perfecta, pero...siempre he pensado que en mis imperfecciones está mi perfección. 

lunes, 27 de junio de 2011

Una sonrisa...

Un día me encontré una sonrisa...Era la más bonita que había visto nunca...¡Única!
No pregunté por qué estaba tan feliz, pues sabía de sobra la respuesta: "Cualquier tiempo pasado fue mejor". 
Vivir del recuerdo no es rentable, pero que bien sienta un recuerdo feliz. 
Seguí observando esa sonrisa. Transmitía alegría...esa alegría que pocas veces experimentas. Sus ojos reflejaban la felicidad que sentía en esos momentos. Intenté averiguar el por qué de ese brillo, y solo pude llegar a una conclusión, la respuesta a la pregunta que no quise hacer...





viernes, 24 de junio de 2011

Lo que cuentan los cuentos...

Y es que los cuentos siempre hablan de príncipes azules que no llegan...de princesas que viven encerradas en torres, o maltratadas por hermanastras y madrastras...princesas sin libertad...
Y como las princesas ya estamos cansadas de esos cuentos...hemos dejado de ser convencionales, ahora somos rebeldes, salimos, disfrutamos de nuestra independencia, decimos ser libres, pero...en el fondo...seguimos esperando a ese príncipe azul...ese sapo que nos acabe sorprendiendo, que poco a poco se gane un hueco en nuestra charca...porque ya no es el príncipe el que va en busca de la princesa...ahora somos las princesas las que vamos en busca del príncipe...y mientras tanto...seguimos besando al sapo equivocado...ese que se acaba convirtiendo en el malvado "Jafar"...